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Resumen "Dificultades para incorporar la telemedicina en las organizaciones sanitarias: perspec

  • @Miriam_maiam
  • 25 may 2015
  • 3 Min. de lectura

Desde a mediados del siglo XX y desde comienzos del siglo XXI están teniendo lugar una serie de transformaciones socioeconómicas que han ocurrido y que estás ocurriendo, junto con otros factores como la tecnificación de los sistemas y un notable envejecimiento de la población.


Esto ha levantado en los sistemas sanitarios la necesidad de reducir el gasto sanitario. Así pues una posible medida es el uso de las tecnologías de la información y comunicación para conseguir ese objetivo.


La telemedicina ha sido una de las experiencias pioneras para dicha necesidad, pero a pesar de su temprano inicio y de los esfuerzos invertidos, su extensión definitiva sigue siendo difícil y cuestionada. Pues la mayoría de los proyectos no van más allá de la fase inicial de viabilidad y luego quedan abandonados.


El modelo tradicional de evaluación de las tecnologías médicas explica este hecho a partir de la dificultad de obtener la evidencia necesaria para avalar una adopción generalizada de la telemedicina. Este modelo se basa en los resultados clínicos y en la relación coste-efectividad.


Así impera la necesidad de que se abandone el modelo tradicional de evaluación del proyecto y que en su lugar se le deje interaccionar con el entorno y se lleve a cabo una formación del personal para su buen uso para poder evaluar su eficacia.


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Entre las necesidades a las que se enfrentan los sistemas de salud se encuentran: la demanda de atención sanitaria, el envejecimiento de la población, la movilidad de los ciudadanos, la gestión de grandes cantidades de información, la competitividad global y la provisión de una cada vez mejor atención sanitaria; todo ello en un entorno de limitaciones presupuestarias y contención del gasto.


Así la sostenibilidad económica es, sin duda, uno de los retos más acuciantes. Pero no son sólo los aspectos económicos los que suponen un reto. La desigualdad en el acceso a los recursos sanitarios es evidente incluso entre ciudadanos de un mismo país.


EEUU o India son claros ejemplos en los que las zonas más pobres no tienen recursos algunos mientras que las zonas ricas gozan de médicos y recursos por todas partes.


Sin embargo no hay que irse tan lejos pues En Cataluña, mientras las personas residentes en Barcelona pueden ser atendidas de un accidente cerebrovascular por un especialista en neurología en un tiempo relativamente corto, los residentes en las zonas rurales pueden requerir traslados de 30-90min.


Teniendo en cuenta que el tratamiento de un paciente con ictus depende de un diagnóstico preciso llevado a cabo por un clínico experto, que la ventana terapéutica para el uso de trombolíticos es de 180min desde el inicio de los síntomas y que estos fármacos han de administrarse únicamente en centros con profesionales cualificados y los medios necesarios.


La desigualdad en el acceso al especialista de urgencia puede tener un impacto definitivo en la salud del paciente.


En este sentido, el proyecto Tele-Ictus, puesto en marcha en 2007 entre el Hospital General de Vic (comarcal) y el Hospital Vall d'Hebron, permite al primero disponer de atención neurológica las 24h de los 7 días de la semana mediante un sistema de telemedicina, de forma que un neurólogo de Vall d'Hebron puede evaluar al paciente e indicar las terapias adecuadas en las primeras horas de la fase aguda de la enfermedad, lo que evitaría el desplazamiento y posibilitaría un mejor pronóstico.

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Un escenario como el descrito parece justificar las expectativas depositadas en la telemedicina y el aumento progresivo de los proyectos y la actividad investigadora en torno a ella.

Así se han llevado a cabo distintas publicaciones en torno al proyecto de la telemedicina en Norteamérica (Estados Unidos y Canadá), Noruega, Finlandia, Australia, Reino Unido, Grecia, España.


Pero a pesar de la voluntad por incorporar las tecnologías de la información y la comunicación en la atención a la salud, y aunque la actividad relacionada con la telemedicina haya aumentado, ésta tiene todavía una presencia poco más que testimonial en la actividad clínica y asistencial. Se ponen en marcha un número cada vez mayor de proyectos, pero son pocas las aplicaciones de telemedicina que han conseguido consolidarse en la práctica clínica e incorporarse a los procesos asistenciales.


Se afirma que el éxito de cualquier programa de telemedicina vendrá determinado por los resultados clínicos que obtenga, a pesar de que en muchas circunstancias sean difíciles de evaluar.


Como conclusión, por tanto resulta necesario avanzar en la investigación de los efectos de la introducción de la telemedicina en las organizaciones de salud, identificando específicamente qué transformaciones se producen con la interacción de organización y tecnología. Más que el diseño apriorístico de modelos teóricos de implementación, será la evidencia empírica obtenida del estudio y el análisis de esas transformaciones la que permitirá definir los factores de éxito en la difusión de la telemedicina y afrontar con garantías los retos que supone para cualquier sistema sanitario.

 
 
 

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